Noticias

Vencer a las nubes

Recuerdo como una de las experiencias más importantes que tuve en mi vida, un retiro de meditación silencioso que hice hace unos cuatro años en Irixoa. En él, una veintena de personas nos reunimos para meditar, rezar y pensar en silencio bajo las bases del hinduismo y el budismo.

Aquello fue excesivamente duro, tres días sin hablar, sin mirarse, sin tener contacto, únicamente tú mismo con tu otro yo que permanece desde hace mucho escondido y del que apenas conoces nada.

Por aquellas fechas yo estaba escribiendo mucho y la mayor parte de los relatos que colgaba en mi blog eran un exitazo, tan grande a veces, que muchas veces casi ni me lo creía. Pero no todo era bonito, por aquellas fechas sufría mucho lo escribía, me afectaba tanto lo que dejaba plasmado en el papel que anímicamente me pasada factura, y eso, a pesar de que aquello me trajese momentos de enorme reconocimiento y alegría momentánea. Había algo que no funcionaba, más que nada, porque aquella manera de sentir me estaba pasando factura y de seguir así, era muy probable que aquella bonita historia con la escritura acabase antes de tiempo y sin publicar un solo libro.

El segundo día del retiro, al atardecer, nuestro maestro nos reunió en medio de un campo y nos pidió que nos sentásemos en corro sobre la hierba. Una luz muy ocre que destellaba los últimos rayos de sol que perdían terreno ante los nubarrones de tormenta que se asomaban, nos iluminaba. Nuestro maestro miró al cielo y se fijó que estaba gobernado por una inmensa nube negra situada justo encima de nosotros. Su mirada era completamente limpia y su gesto mostraba una tranquilidad exagerada. Al poco dejó de observarla y dijo una frase que cambió mi vida para siempre «Que bueno que se acerca la tormenta y estamos despiertos para verla pasar». Los que estábamos allí nos miramos unos a otros, yo además lo hice a mi interior y en un segundo, algo activo mi alma  y llegué a profundidades a las que ni siquiera sabía que existían casi sin darme cuenta. Aquello sin duda fue un momento crucial.

Comprendí un sinfín de cosas que ni siquiera tienen nombre, ni se puede contar porque no son un concepto que tiene forma en nuestra mente, pero eso me valió para abrir una puerta escondida, que es la que se encuentra más allá del miedo y que sin duda, guarda siempre cosas maravillosas. Con el tiempo, decidí que aquella frase abriese mi primera novela «Mariela envenena mis sueños».

Dos años después y en uno de los montes que resguarda el pueblo de Cedeira, junto a una bonita capilla a cuyos pies se encuentran unas vistas inconmensurables, consecuencia de los acantilados más grandes de Europa, presencié un cielo parecido al de aquella ocasión y comprendí algunas cosas más, como por ejemplo, que nada ocurre porque sí, que si no hubiese vencido aquel miedo que acarreaban aquellas nubes y posteriormente los que rondaban mi cabeza, no hubiese atravesado la puerta la puerta de las mil maravillas y no estaría ahora tranquilo en la mejor compañía.

Escritor autodidacta de historias emocionales e intensas, tomo como referente la prosa de la Generación Beat para construir historias propias. Viajero incansable, cada aeropuerto y ciudad nueva que piso con mis pies estremecen mi alma. La música siempre sonando, mi mayor castigo es la ausencia de una melodía. Literatura, viajes y música forman una vida que guarda mil vidas dentro.

Abrir chat
Jordi Cicely
Hola 👋🏼, ¿En qué puedo ayudarle?