Un año con Mariela

Tal día como hoy hace un año «Mariela envenena mis sueños» salía al fin publicada después de cinco años de mucho trabajo y una larga espera. Comenzaba algo muy grande que ya no tenía vuelta atrás.
Recuerdo los días previos a su lanzamiento un hormigueo suave y constante en mi cuerpo que hacía presagiar toda la inmensidad de emociones y buenos momentos que estaban por llegar: presentaciones, firmas, ferias, ventas, números uno, críticas, entrevistas, reportajes, opiniones, reseñas y sobre todo, el sentir qué experimentó el lector y la lectora al leerla y adentrase en ella. Intensidad en estado puro.
«Mariela envenena mis sueños» puede considerarse autobiográfica en muchos momentos y aspectos. No hace falta esconder que representa una etapa convulsa en emociones y decisiones precipitadas, arrastradas por un estado mental alterado donde el apego y la idealización campaban a sus anchas sin dar mucho respiro. Salir fue difícil, contarlo y revivirlo aún más. Una muestra de valentía tal vez, o quizá un impuso de locura del que no me arrepiento ¡Tenía que expulsarlo joder! Me dolía…
No tengo palabras para agradecer a toda la gente que me acompañó y apostó por mi primera novela cuando nadie daba un duro por esta aventura. Estaré siempre agradecido a mis editores David, Eva y Adriano de Editorial Fanes por apostar con los ojos cerrados por esta historia; a María Pérez, psicóloga, que me enseñó otras formas mas sanas de amar y a saber perdonar; a mi buena amiga Rocío Rey Granda por estar siempre dispuesta a que esta historia mejorase; a Carlos Enríquez, mi corrector ortográfico que dejó esta obra increíblemente bonita y a mi pareja Eliana B PérezOsa que a sabiendas de lo que intuía entre sus páginas Mariela, luchó a mi lado como nadie para que saliese adelante.
Bonitos son los recuerdos que se asoman de cada lugar en que presenté a Mariela, a las gentes que poblaban en sus asientos la inmensidad de la soledad de esos lugares mágicos que acababan transformándose en una burbuja emocional para hablar de una historia triste, melancólica y ansiolítica y en la que no importaba abrirse en canal, ni por la vergüenza o el que dirán para mostrar como se encontraba uno hace un tiempo.
Y se que gran parte de estas recurrentes dulces imágenes son en gran medida por los compañeros y compañeras que se subieron al escenario para acompañarme en las presentaciones. Que sería de mi sin Ana Castro Liz Ana B. Gundín Isabel Pichel Pablo Veiga Oscar Manuel Guzmán Álvarez Cristina Torviso Juan Castro Ana Castro, Eliana Bellón…
Y después de todo esto, aun así, muchas veces pienso con un alto grado de incredulidad quienes serán toda esa gente anónima y misteriosa que se ha acercado hasta una librería para comprar mi primera novela, sin mas pretensión que adentrarse en una historia de la que a penas saben nada y de un escritor nobel que no conocen.
Ya no me da vergüenza admitir, que esto nació como un vómito de rabia que el pasar de los años hizo que se transformase en algo curativo y balsámico, que me abrió las puertas a sensaciones dulces que no sabía que existían, por esa razón, tengo que agradecer incluso a Mariela, porque su marcha y el transcurrir del tiempo me demostraron que había un montón de cosas y personas increíbles en el hueco que dejó.
Un año ha pasado ya desde que Mariela se marchó. Brindemos.

Un millón de gracias.