Evolución
Cuando me di cuenta de que las historias que escribía necesitaban un cambio, estuve meses sin escribir o creo incluso que fue más de un año. En aquel paréntesis no me salía nada, parecía que mi vida de escritor había llegado a su fin, ahí quedaban unos puñado de relatos en un blog y una novela que parecía nadie querer. Le di mil vueltas y acepté que aquello era una etapa de limpieza interior y que necesitaba para quedarme vacío, porque ya no era como el protagonista de aquellas historias que me habían dado una gran legión de seguidores, reconocimiento y prestigio literario. Me costó aceptarlo.
Después busqué temas de los que hablar, de los que acompañar a mi tema principal de las relaciones emocionales entre las personas.
Recuerdo que no paraba de observar a todos lados, buscando algo nuevo obsesivamente, un destello en mitad de una habitación a oscuras, ansiaba algo distinto y que valiese para mi escritura, pero no encontré nada.
Un día, deje de buscar y decidí simplemente vivir, nada de hacer cosas para luego escribirlas, solamente disfrutar lo que viniese.
Fue entonces, cuando supe que tenía alrededor un montón de cosas bonitas e invisibles a mis ojos que podrían servir para mis escritos, todo era simple y sencillo: la brisa templada de la primavera, el sonido del río, un gran árbol centenario, la celebración de un solsticio, las noches verano, el olor de una taza de café caliente.
¡Zasss, ahí está lo que buscaba!
Todo a mi alrededor esperaba desde hacía mucho tiempo, lastima mis ojos no supiesen verlo, ni mi corazón, que latía de una manera diferente.
No hay cosa más necesaria que una sonrisa, un corazón curado y la tranquilidad que estás dos cosas traen.